Y más



Santiago de Chile

¿Para qué volver a Santiago
si tú ya no corres por el parque Forestal?
¿Para qué volver
si ya no te salvo de las lágrimas y el Mapocho?

Para qué tanta Alameda,
para qué tanta chela y Pablo Neruda
si tú no estarás nunca más desnuda
nunca más presente
en aquel departamento triste de Lastarria.

Para qué perseguir al pasado
para qué abrir los puños si ya vacíos
hace tiempo.

Mi Santiago de Chile con mi raíz torcida
Mi Santiago de Chile con cicatrices
Mi Santiago de Chile y mi calor hundido
Mi Santiago de Chile, la herida donde fui feliz.

Preguntas ajenas

¿Cuánta risa le queda al rumano
antes de convertirse en martillo?
¿Cuánto niño,
cuanto mar para la africana
antes de ser puta y maltrato?
¿Cuánto cartón hace falta
para reciclar al vagabundo?
¿Cuánta familia le queda al chino
antes de ser máquina?
¿Cuánto sueño le queda al anarquista
antes del orden y la corbata?

¿Cuánta lluvia
cuanto cóndor al ecuatoriano
antes de la artesanía,
antes del grito ahogado
antes del alma robada?

¿Cuánta serpiente
Cuánto asco
Cuánta envidia nos queda a nosotros
antes de entregar la vida?

Rescate

Ella sabe que la espuma ya no nace en mi pecho
Sabe que ya no huelo a gaviota ni a remolino
Sabe que tengo anclas,
Sabe que tengo nudo

Pero ella

Con su playa y sus peces
Choca
Y choca
Y arrasa
gritando
Contra la piedra de mi boca. 



                                           Jorge García Torrego (blog)



En mi casa no es posible, enterrar a nadie con honores
todos han cedido antes al espanto y en la tierra removida han visto a su madre muerta cuando aún eran feto hambriento en el vientre de la vida
en mi casa no es posible llorar por nuestros muertos
porque el suelo de madera tiene al mar en la carcoma de su olvido
y todos han perdido las raíces en la tierra
en mi casa no es posible guardar luto ni confesar cuchillo
todos has visto a los años mostrar su llanto en una noche tan fría y negra
que en mi casa no es fiable el testamento.


 una vena interna quebranta mi sangre
en su sonido una vez la palabra, asegura el veneno esparcirse
como si hubiera nacido en una celda
mi voz usurpa mi voz
y mi bolígrafo acuchilla mi propio cuerpo
me empiezo a sentir más animal que persona
más asesina
más sucia
y mi morada se hace un aullido
de mi negación multiplicada
como si fuera mi razón para morir
o tuviera dentro la cicuta.




estabilidad laboral
quemo las hojas con las que di en fianza, tolerancia por kilos, para que me cobraran los ascensores
justo aquí, me niego a afirmar cualquier sentimiento rebotado de tu mercancía
no pactaré besos de humo, para que haya paz
ni daré a entender que estoy de acuerdo con tus hambrientos policías
pondré en riesgo la estabilidad que dijeron valía el mercado
y cuando veas distintos mis ojos
no creas, que vengo de un funeral
es que vengo de parte del muerto

a repartir los gusanos.


el llanto de la primera primavera
todavía podía retenerme
todavía el reclamo de los labios del frío
podía congelarme
después aún el hielo
podría parar mis ojos en un anochecer
pero ahora no hay lágrimas que de mis cuencas salden inviernos
ahora ya tiene toda la sal, lo llorado
no me necesita la helada
si acaso, cuando ellos mueran
venga un todavía que cargue la nieve



me insatisface la voz de mi escritura y tal vez por aquí debo de empezar
qué voz hablará del muerto como el muerto que veo salirse de mi silla
qué voz hablará del pecado, como el pecado que me hace sucia y me engendra
qué voz dirá sin mentir, la cicuta y la mar, sin engalanarse, sin exagerar pobreza y sin ocultar la putrefacción
qué voz será el yo sin que el yo sea un escaparate o una alcantarilla
qué voz dirá a la ruina y a la esperanza
a lo que abomino y profano por abominar
y a lo que injurio por deseo
a lo que me corroe y a lo que me espanta
a lo que me hace miserable y a lo que me despierta
a lo que me avergüenza y a lo que me enorgullece
qué voz dirá siquiera algo que me sirva dentro de unos meses
algo que quede después de mi odio, después de mi desierto, algo que diga, sucedió con toda la sangre y no sólo es un grito de la angustia, algo que no separe a mi frágil ortiga del patio ni al olmo enfermo y tenga en cuenta a las abejas y a las cucarachas, algo que sean también las lágrimas de aquel desconocido y la oscuridad de la vileza y la azotea de un sueño desterrado, algo que sea, mi víscera escupida, mi quiste y antibiótico y que sea el orín de algunos callejones y la brisa, algo que sea aunque nadie esté y cuando estén los otros, algo que no tenga que acabar siempre en tristeza
algo que dure muy poco
que casi no ocurra
algo como un eterno boceto salpicado por sombras
algo que no le importe el algo ni la voz
algo insatisfecho
algo que esté también cojo y herido
algo que no hable nunca bien del todo del pecado ni del muerto
que diga de la vida y nunca sepa nada que dure más de unos meses
algo que se convierta y nunca quede
algo que siempre olvida algo
porque es un algo que pasa
pasa, pequeño.



si ensucio esta hoja, si me pongo extraña, de una tristeza cristal, si escupo contra mí, contra la vida y algo te toca
no escuches, es sólo un pájaro de la muerte
si parece que quiero morir o que no te recuerdo
es sólo el azufre
sólo el cuchillo
que corta a veces como si fuera para siempre...


Anónimo

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